El poeta Eduardo Marquina le recita con motivo de un multitudinario homenaje que le rindieron en Madrid en 1930 esta composición poética de 219 versos en su honor:
Celia, arrogante y serena,
mixta de halago y pasión,
tul blanco hecho pañolón
para corros de verbena.
Lucero en su amanecer,
suave mirar de mujer
que en tus ojos, cuando alegras
con ellos nuestro querer,
pones la calma, al caer
de dos grandes alas negras.
¡Dios te pague el resplandor
que trajo a nuestra heredad
tu exótica novedad
de maja inédita, flor
de las majas de esta edad!...
(...) Celia, a tu cuerpo ceñido;
y fue discreta elección
vestirte de noche, con
oro de astros diluido...
Porque así, conforme estás,
las pupilas entornadas,
todas tus líneas, veladas
da sombra o en fuego, y, más
que encubiertas, subrayadas.
¡Parece que sólo vas
vestida de tus miradas!
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