Antonio Burgos /Juanita Reina, la última de peina y volantes
Más que española, andaluza. Más que andaluza, sevillana. Más que sevillana, macarena. Más que macarena, de la calle Parras. En el barrio, seguía siendo la hija de Miguel el Pescadero, que, como tantos padres macarenos, quería que su niña fuera artista. Cerca del Arco contaban que la Virgen tenía pelo de verdad, que era la mata de pelo que, como una saeta, se había cortado Juanita Reina para entregárselo a su Esperanza, a la que tantas veces había cantado la "Salve" que le escribió Manuel López Quiroga con letra de Rafael de León.
Juanita Reina fue como una Montserrat Caballé de la copla. Había empezado de Juanita y ha muerto de Doña Juana, en el supremo trono de las última de las grandes estrellas de la canción andaluza, que en la época de sus grandes triunfos, de sus grandes películas, de sus grandes giras, era todavía el cuplé. Por delante, en el tiempo y en el espacio de escribirle a España una memoria sentimental, estaba Doña Concha. Piquer naturalmente. Pero los macarenos de Sevilla decían que dónde se va comparar, que la valenciana diría la copla con más perfección, pero que Juanita la cantaba con más sentimiento. Nuestra. Abría el "Capote de grana y oro" y era la plaza del Arenal la que estaba en aquellos escenarios de España y del mundo que conquistó por los terrenos de adentro ante el poderío orgulloso de la Piquer. A la luz de las "Cinco farolas", se iba encendiendo su propia luz de estrella, cuando ya se habían apagado las "Zambras" de los años cuarenta, Manolo Caracol se había separado de Lola Flores y aún estaban naciendo las nuevas: Rocío, Marifé, Isabel.
Juanita Reina, Juana Reina, Doña Juana Reina son tres etapas en su personal forma de interpretar los cuplés, temblorosa la voz, majestuosa en los paseítos por el escenario. Su voz ha quedado unida a los grandes monumentos que para escribieron expresamente la triadas capitolinas de Quintero, León y Quiroga u Ochaíta, Valerio y Solano. Entre el teatro y el cine se afirmó su reinado en unas radios de cretona por las que sonaba "Lola la Piconera", "Yo soy esa", "Callejuela sin salía" y, sobre todo, "Francisco Alegre". En los carteles de cine habían puesto el nombre que Florián Rey lo quiso mirar. Así, Juanita fue la muda de la promesa del camino del Rocío en "La Blanca Paloma" y Juanita, Juana, Doña Juana Reina ya siguió de eterna Lola, que lo mismo se iba a los Puertos que era la Piconera que ponía al Cádiz de las Cortes de José María Pemán voz de copla a un romance de liberales de 1812. Un "Vendaval" que era "Canelita en rama". Algo que, como es lógico, "Sucedió en Sevilla". Juana corrió medio mundo con su bata de cola y con su señorío. Dio la imagen perfecta de lo que se ahora se entiende por la folklórica: "De las de peina y volante qué pocas vamos quedando", cantó muchas veces en sus últimos años, y los mariquitas del gallinero le decían "Juana, no te mueras nunca". Juana estaba de gira en La Habana el día que entró Fidel Castro. "Hermana, hermana --dijo a Loli, su telonera y compañera en "Gloria Mairena"-- ¿por qué tirarán estos tíos tantos cohetes? ¿Qué fiesta será?" Castro había entrado en La Habana y en España habían entrado la televisión, el microsurco, el desarrollismo. La muerte del cuplé. Juanita se retiró prácticamente, se casó con Federico Casado "Caracolillo", puso un restaurante en Madrid, una academia en Sevilla y le dio un hijo armao a la Centuria de la Macarena. Rescatado y recuperado el género al cabo de los años y liberada la copla por los progres de su estigma de franquismo, Juana fue proclamada como la gran Reina del género, y tuvo la culminación de su carrera en el "Azabache" de la Expo de Sevilla de 1992, junto a Rocío Jurado, Nati Mistral, María Vidal e Imperio Argentina. Surgió la resurrección y rescate de la copla, pero había ya pasado el tiempo de Juanita: "De las de peina y volante, qué pocas vamos quedando". Muerta Doña Juana Reina puede decirse que ninguna. Los lorquianos mariquitas de las azoteas llorarán hoy porque aunque le decían "Juana, no te mueras nunca", ha muerto la última de las de peina y volantes. La Reina ha muerto. ¡ Viva la copla!
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